"Lo que es verdad en la vida de un hombre no es lo que él hace, pero si la leyenda que crece alrededor de él […] Usted nunca debe destruir las leyendas. A través de ellas nosotros logramos una noción de la verdadera fisonomía de un hombre." Oscar Wilde
Fuente: Colt H. La Medicina Respiratoria en la Historia: Amedeo Modigliani: Bohemio ebrio o enfermo contagioso. Revista Americana de Medicina Respiratoria. Volumen 14, Número 4 - Diciembre 2014.
Con frecuencia los profesionales de la medicina acuden en sus intercambios a imágenes de los textos clásicos, o estas son las que los profesores nos dejaron en algún momento como huellas indelebles, aunque tal vez no hayamos tenido en todas las ocasiones una representación exacta, de las terribles enfermedades que dieron origen a dichas sentencias, por ser ya poco frecuentes en nuestro ámbito.1
En la jerga médica, como en otras ciencias, se ha hecho costumbre añadir el nombre de los autores que describieron una enfermedad, un signo clínico, una técnica quirúrgica, o un tratamiento. Así se han etiquetado: parálisis de Bell, bacilo de Koch, posición de Fowler o pinza de Kelly.2
Una de estas imágenes y que se ha descrito en los pacientes afectados por formas muy graves de tuberculosis es la llamada “Belleza Mórbida de Landousy” y que el fallecido profesor de medicina interna Juan B. Ortega Pedroso, recreaba de forma magistral en sus pases de visita.3,4
La historia de la tuberculosis se pierde en sus orígenes con los del hombre; y surgen junto a ella expresiones como la de "fiebre del crepúsculo", que inmortalizaron muchos poetas románticos; la de “belleza tísica” de la Margarita Gautier en “La Dama de las Camelias”; o en las musas nacidas de los pinceles de Amedeo Modigliani.5,6,7)
A pesar de las prolijas descripciones de mi profesor siempre me pregunté: ¿Qué imagen será esa, donde alguien fue capaz de encontrar algún rasgo de belleza en una situación tan morbosa y cruel como la tuberculosis? y me negaba en lo interno a aceptar la validez de aquella descripción.
Con los años he dedicado mi vida a la práctica de la pediatría, mientras la incidencia de la tuberculosis, como muchas otras enfermedades, ha ido disminuyendo un año tras otro en Cuba y sobre todo en la infancia.1,8) Pueden contarse cada año, con los dedos de las manos el número de niños diagnosticados con esta enfermedad; el programa para su control está bien estructurado, desde el consultorio del médico de familia, y los niños se diagnostican en un estadio tan incipiente que si existe alguna manifestación clínica es mínima, y el diagnóstico se logra con una exhaustiva y precisa investigación del infante y todos los que le rodean. Los tratamientos con rigor en cada caso, impiden la infestación de nuevos individuos.
En Etiopía el panorama era por el contrario indescriptible. Allí tuve que enfrentarme a enfermedades erradicadas en Cuba y a otras que ni siquiera habían estado incluidas en mi horizonte de salud, pero que eran de la cotidianidad: la malnutrición en sus extremos más críticos, parásitos como solitarias, sanguijuelas y shistosomas, tétanos en los recién nacidos, accidentes domésticos y la tuberculosis; se enseñoreaban y aniquilaban a la población infantil.
Cada día diagnosticaba entre ocho y diez niños con tuberculosis y todos los martes ofrecía una consulta en el Hospital de Debre Markos donde atendía más de cuarenta niños, a los que seguía y trataba.
Los medios diagnósticos, estaban muy limitados. No podía sobrepasar la cifra diaria de tres estudios radiológicos, los exámenes de laboratorio eran muy limitados y los estudios microbiológicos inexistentes, por lo que el diagnóstico de la mayoría de los niños tuberculosos se basaba en el interrogatorio que me ayudaba a hacer Tashome, mi traductor, a través de amárico-inglés y la pesquisa diagnóstica que completaba el más minucioso examen físico.
Las historias eran impactantes; y se copiaban unas a otras; era la de una criatura que vivía bajo el mismo techo de otro familiar tuberculoso y que desde hacía semanas o tal vez meses había comenzado con tos, sudoraciones y fiebre, inicialmente de baja intensidad sobre todo vespertina y ahora no tenía apetito, estaba muy decaído.
Tenía entonces frente a mí un niño o niña, muchas veces caquéctico, con gran ansiedad y dificultad para respirar, pero en su rostro macilento los ojos conservaban un brillo inexplicable, que les daba una belleza sui géneris. Después de tantos años conocí el por qué, de la clásica descripción de mi profesor. Muchos llegaban muy tarde para ser salvados, o no se disponía de los medicamentos para su curación. No bastaban entonces con la ciencia y el arte de Esculapio y yo […] no podía ser feliz en mi profesión.
Etiopia 1986
-
1. Ministerio de Salud Pública. Anuarios Estadísticos de Salud. La Habana: Dirección Nacional de Registros Médicos y Estadísticas de Salud; 2018.
-
2. Multanosky MP. Historia de la Medicina. Academia Ciencias de Cuba. 1967:291-3.
-
3. Fernández Dueñas A. Aspectos románticos y míseros de la tuberculosis pulmonar [discurso de apertura del curso 1996-97)]. Bol Real Academia Córdoba Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. 1996 [acceso 10/01/2021];131:7-23 Disponible en: https://www.helvia.uco.es/xmlui/bitstream/handle/10396/8973/due%C3%B1as16.pdf?sequence=1&isAllowed=y
-
4. Saldarriaga-Cantillo A. Tuberculosis: expresión de belleza, horror y dolor. Colombia Méd. 2009 [acceso 10/01/2021];40(1):134-7. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28340117
-
5. Modigliani J. Modigliani: Man and Myth. New York: The Orion Press; 1958.
-
6. Aunos E. María Duplessis, la Dama de las camelias. Madrid: Ed. Biblos; 1974.
-
7. June R. Modigliani, From, The Pure Bohemian. New York: St. Martin's Press; 1990.
-
8. Abreu Suárez G, González Valdes JA, Sánchez de la Osa R, Suárez Álvarez L, Fuentes Fernández G, Portuondo Leyva R, et al. Tuberculosis infantil en Cuba. Rev Cubana Pediatr. 2020 [acceso 10/01/2021];92(3):e1056. Disponible en: http:/www./scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-75312020000300004&lng=es&tlng=es
- » Recibido: 27/02/2021
- » Aceptado: 01/03/2021
- » Publicado : 01/06/2021